Ver esa espalda y reconocerte, la divina proporción de Da Vinci sólo existe en vos. Hermosa y escandalosa proporción. A tú manera, a mí manera. La perfection. Recorrerte en una caja negra, llena de luces negras que se ven como violetas, con la música nublando los sentidos, la vista y la razón. Reír, comprender, que estoy a escasos metros, sin embargo estoy bien. Resistir el tocarte, porque mis manos ya tienen otro placer.
Sos mi prueba de fuego, registro cuando te veo porque son de esas cosas que ocurren cada estrella fugaz y que no se pueden dejar pasar. Mirarte fijo es la llave para que se abra mi mente y explote la inspiración, se dispersen las palabras y necesite adonde plasmar todo, pero no, sólo tengo que esperar a volver y con suerte, poder expresar las intensidades presentes en mí, acá.
Fue muy poco lo que estuviste en mi campo de visión, fueron otras cosas las que me llamaban la atención. Me mirabas con los ojos de alguien más, hablaban de mí y no podía escuchar. Te fuiste y me dio igual.
Luego te volví a encontrar, jugabas a las escondías, yo sólo reía sin parar. No me interesaba descubrir qué había detrás del telón. Yo ya estuve ahí, y fue mucho peor. Peek and Seek, hoy no.
Cada vez duras menos, cada vez te desvaneces más rápido. O tal vez me ha parecido esta vez, el ambiente no me permitió una buena fijación.
La resaca
se llevó
todo rastro
de vos.-