sábado, octubre 6

Noches

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Hay noches en que, juro, incendiaría el cielo con tal de tenerlo cerca, con tal de poder sentir sus dedos en mis labios y susurrarle al oído cuánto lo amo, cuánto lo extraño… aunque no lo quiera aceptar. Pero sé que es la melancolía que hace estragos en mi mente; mañana se me va a “olvidar”. Entonces, intento -como puedo- sonreír, demostrar que me encuentro bien y que todo va a pasar. Racionalizo la situación y me seco las lágrimas. Me hago la idea de que nada es eterno y mucho menos seguro (sólo la muerte), pero no olvido… Y es obvio que no olvidaré, porque se quiere con la mente, las emociones, los procesos fisiológicos, los procesos mentales, el corazón, el hígado, la piel, los labios, la nariz, los ojos… y hasta el alma; cuando de verdad se quiere, se quiere hasta el alma, e intento otra vez -tontamente- olvidar…

No te olvido, pero no te quiero pensar. Vienen a mi mente pensamientos equiparables a basura: “Quizás ya no te amo, pero si te quiero. ¿Sirve del algo eso?” No queda más remedio que extrañar –que me duele hasta las entrañas- y para serte sincera, no encuentro muchas razones para que ocupes parte de mis fucking pensamientos, sin embargo, acá estas, acá estoy… y en mi mente estamos.

Caigo en que quererte me está costando el tiempo, el orgullo y las sonrisas y sé que para la poesía, pocas cosas son más trágicas -y hermosas- que morir de amor. Pero sigo sin comprender ¿Qué será de vos lo que 37788084343251052p0HDZKjEcme afecta? ¿Qué tendrás, que me hace olvidar mi orgullo y encapsular mi dignidad?.

 

Hay momentos en los que realmente no sé si ésta locura de amarte me pertenece o si yo le pertenezco a ella. Pero si sé lo que somos vos y yo, diferentes de aspecto, parecidos de mente. Lo que sos vos, es lo que soy. Como si fuera una cría directa de tu manada, como si me hubieras moldeado a tu semejanza.

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