miércoles, septiembre 19

Lluvia, libro, y una noche para contar

Hoy ha sido un dia lluvioso. Y cuando se cortó la luz, lo único que me quedó por hacer fue escribir y devorar mi nuevo libro.
La tarde me encuentra sentada frente a la ventana, contemplando la calle mientras descanso la vista y pienso. Pienso y me pregunto, como serían las cosas si serías vos con el que saliera en este momento. Sería diferente? Te extrañaría más de lo que extraño a la persona con la que estoy? Te mandaría mensajes sin que lo pidas?… Tantas cuestiones sin posibilidad para responderlas, preguntas que pasan a ser retóricas.
Las tardes nubladas como hoy me recuerdan a mi infancia y por eso, aún con el libro entre mis manos, resuena una canción que dice “Amor mío si pudieras, si pudieras descubrir; para mí eres diferente, yo una más entre la gente… para ti”, con esa voz dulce que tiene la cantante. Y reflexiono. Sé que no soy una más entre la gente para vos, lo sé. Sé que no lo soy aunque no tengas la posibilidad de demostrarmelo, sólo con una que otra palabra y tus acciones. Tus acciones que nunca fallan. Sos un perro muy noble.
Para mí éste blog, es como una especie de addicción. Es lo único que me queda, más allá de vos. Es el único testigo en el cual vuelco el minuto a minuto de esta historia. Y leer libros alimenta mi imaginación, respecto a lo bueno que estaria poder escribir un libro con todos estos sentimientos en él. Amor, euforia, deseo, orgasmos, pena, tristeza, desolación, enojos, esperanza, decepciones, ilusiones y aprendizajes. Muchos condimentos, muy reales por cierto.
Debe ser por eso entonces en que a veces, yo misma me estoy “obligando”, de cierta manera, a pensar en vos. Quiero hacerlo. Quiero pensar en vos porque quiero escribir. Hasta pensaría en seguir modificando mi cuerpo, sería capaz de ello por sólo tener un motivo por el cual escribir. Y escribir me hace bien. VOS me hacés bien. Y ya no siento que me hagas mal cuando no estás, porque es algo a lo que me acostumbré, a que no estés, es por eso que ante cada encuentro me quedo anonadada, sin poder creerlo, pensando o sintiendo que lo que vivo es un sueño. La última vez que te ví, en la primera semana de julio, aún no termina de encajar en mi cabeza.
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Me sentí como Anastasia Rose Steele, de “50 shades of Grey”. Vos, tan deseable, tan adonis, tan fuerte, con tanto poder sobre mi ser, siendo todo lo que anhelo y por todo lo que pasé noches en vela; y yo ahí, contemplandote, sintiéndome tan indefensa ante tu inmensidad, pero siempre siempre con la cabeza en alto, no por proteger a mi corazón, porque indudablemente lo estaba disfrutando, sino bien erguida para luchar por lo que quiero. Porque te dije que la bandera blanca está bien guardada.
Sin embargo estabamos ahí, pasandola bien, reíamos, hablabamos, porque siempre hablamos mucho  y eso me gusta, bailamos, fumamos, uff! Cuantas cosas hicimos. Pero lo que me habías dicho al subir el acensor, sí que había quedado retumbando en mi cabeza. Hiciste una broma, una simple broma de mucho y muy directo índole sexual, a la cual sólo atiné a reír, pero la inocencia con la que me la tomé no fue tan sincera. Sabía que adentro tuyo estaba esa chispa que siempre habíamos tenido y que no se había apagado, jamás.

Entonces nos encontramos sentados en el sofá. Recuerdo ese día como si fuera ayer. Te miraba de reojo y tenía ganas de hacerte tantas cosas, pero siempre tuve ese respeto, porque te amo y no haría nada sin tú consentimiento. Fuimos al balcón, charlamos otro poco más. Y ahí fue tu bomba, no estabas realmente en pareja con esa chica. Eras libre y podías ser mío, sólo tenia que conseguirlo. De todas maneras sinceramente, no me podía permitir pensarlo, había sufrido tanto por vos que pensar en tenerte en mi cuerpo otra vez, era una idea ridícula, que no encajaba.
Y creo yo que por algo no me importó. Si hubiera seguido siempre las reglas, nunca hubiera llegado a ningún lado. Es por eso que sentados en un sillón, de un momento a otro, y juro que no sé como, me abalanzé y te besé. Caí recién al tener mis labios junto a los tuyos, y me quemaba la piel. Ardía de deseo, pero nada podía hacer. Solo atiné a “pedirte perdón”. Y así fue. Mi perdón era sincero. Uno de los más sinceros que jamás hayan salido de mis labios.
Teníamos que comer algo. Dispuesta a ir a la cocina me paré, te paraste y no pude evitarlo: Te abracé. Era la más hermosa sensación que había sentido desde hace mucho tiempo, era todo lo que necesitaba, todo lo que había anhelado desde que no nos vimos más y sentí caer desde un 7mo piso: un abrazo tuyo. Lo más increíble fue que me abrazaste también, y no pude evitar sonreir.
Abrazados caminamos, pareciamos tontos enamorados, y dejé que me guiaras hasta el pasillo que daba a la cocina. Pero cuando caí, la cocina había quedado bastante atrás, y mi cabeza no evitó pensar y te pregunté: “¿Pensás llevarme a la cama?”. “Si vos querés”, respondiste.

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No se dijo más. Me apoyaste contra la pared y me besaste de manera apasionada, si estaba anodada, ahora sí que había quedado paralizada. Sólo respondía a mis instintos, teníamos todo el lugar, que invitaba a pecar. Siempre fuimos así de salvajes con el otro, me sacaste el pantalón sin pedir siquiera permiso, como si siquiera tuviera botón, y cuando sentí el frío en mis piernas caí en lo increíble que era toda la sensación.
Nos besamos, mucho, ya te quería dentro de mí, eran unas ganas insaciables de hacerte el amor, sin decir palabra, sabíamos que lo estabamos viviendo por séptima vez, y ésta vez luego de MUCHO tiempo. Sentí tu sexo sobre mí y fue tocar el cielo con las manos. Esa conexión divina entre nuestras almas, esa electricidad, esas fulminantes miradas, son únicas. No había nada de nada que nos separara esta vez. Todo, como siempre, había sido perfectamente calculado. Eramos vos y yo, tu sexo y el mío, como siempre, pero como nunca antes.
Algo tan automático y tan placentero, sos el único que sabe darme vuelta y hacer que te entregue mi cuerpo entero. Apoyada contra la pared, me sentí mas sumisa que nunca, rendida ante tu sexo y tus manos rodeando mi cuerpo. Me movia también pero no nos alcanzaba para poder saciar las ganas, explotamos juntos y fue mil veces mejor de lo que esperaba.
Nos separamos y luego hablamos, esos arranques no podían seguir pasando, otro rato boludeando, comimos, nos alimentamos, pero el acuerdo mutuo no duró mucho. Antes de irte te arrastré yo a la habitación y aunque dudaste sucumbiste, ésta era una excepción.
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Demasiados sacados, hicimos el amor. Me arrodille sobre la cama y con las manos en la pared, fusionamos los cuerpos como sólo nosotros sabemos hacerlo. Recuerdo tu pregunta ¿Te gusta así? y yo ya ni podía discernir. Tenía la mente tan volada, parecía drogada, siempre fue asi, desde la primera vez que estuvimos. Pero te amaba, tenía tu inicial marcada. Eras vos, como Christian Grey, sabiendo tan bien lo que hacés. Y yo, esa Anastasia Steele, tan rendida, pero queriendote dominar por completo.

Terminaste en mí, y ya te tenías que ir. Un beso más antes de salir, con la entrada de Asking Alexandria entre los labios, despedida tan sutil. En el ascensor se sentía la tensión, por eso sin pensarlo volvimos a pegar nuestros labios. Son esas cosas que suceden porque sí, sin meditarlas, sólo sentirlas. Me dijiste que el chofer del remis te conocía, supuse entonces que controlarme debía. Pero esta vez, sí fuiste vos el que desentonó. Me comiste la boca, sabiamos que era el adiós. Y de ese beso no me olvido más, siento aún lo tibio de tu cuerpo en mis terminaciones nerviosas. Qué ganas de que esa boca estuviera por todo mi ser! Pero tenías que partir, y era inevitable. Te ví detrás y suspiré. Al fin mi mente estaba dispersa y podía pensar bien.

Volví al depto y repasaba las fotos, me había sacado fotos con tu gorra de Snapshot_20120708_3 - CopySuicidal Tendencies, esa que alguna vez fue mía, y aún la imágen me parecía desconocida. Repasaba mi celular, tus fotos también, increíblemente bello tenías que ser!. Las guardé bajo 7 llaves y me senté a escribir. Se me hizo la hora, me cambié y me fui al recital, el cual vos no querías ir, luego de 6 horas y pico juntos, fue dificil borrar la sonrisa de mi cara. De alegria saltaba.
Volví sola a casa, por más que me tuve que aguantar que más de uno me quisiera levantar, pero posta que sí. Esa noche descansé como nunca, hasta lloré de felicidad. Curioso todo lo que en mí provocás.46021227412040171_bQFe7kjY_c

Y aún me seguis preguntando por qué te amo. Si tan sólo yo lo supiera y tuviera bien en claro! Sería bárbaro. Sólo sé que es así, y te limitaste a aceptarlo. Sólo sé que es asi y me limité a sentirlo y a seguir a mi corazón. Aunque a veces me digas que “no”, ya sabés como soy. Con el tiempo cediste y al fin me dijiste, que te gusta saber que hay alguien ahí fuera cuidandote, y ese alguien soy yo. Me dijiste también que es lindo sentir que alguien te quiere, y nunca lo voy a dejar de hacer, inevitablemente lo intenté y nunca dejó de suceder. Y a mi vida diaria ya lo incorporé.

Eso es lo que les queria contar el día de hoy. 50 sombras de Grey me tiene el corazón latiendo fuerte, un libro muy bueno y adictivo, y era inevitable que se me vengan estos recuerdos a la cabeza. Y ahora que los puedo contar con lucidez, me siento a escribir. El día que pasó me era inevitable porque simplemente no podía distinguir realidad de fantasía. Sí, hasta ese punto me llevás. 5 meses y 13 días después, aca me tenés. Smile

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